viernes, 25 de octubre de 2013


Y RECUERDA:

Tú no tienes la culpa de ser agredido.
No tienes que hacer frente a esta situación tú solo.
Recuerda que es el agresor quien tiene un problema, no tú.
Trata a los demás como quieres que te traten a ti. Ayuda al que lo necesite y así, cuando tú necesites ayuda, te ayudarán. Que no quiere ir al colegio.

Aléjate o corre si es necesario, si crees que puede haber peligro. Aléjate de la situación. Vete a un sitio donde haya un adulto.
Si eres una víctima constante de los agresores, lo más importante que tienes que hacer es hablar con un adulto. Comienza con tus padres. Eso no es acusar, es pedir ayuda a las personas que te quieren cuando la necesitas. Intenta que tus padres hablen con alguien del colegio, pero no con los padres de los agresores.
Si sientes que no se lo puedes contar a tus padres o que ellos no pueden ayudarte, habla con otro adulto en quien confíes, como un profesor o el director del colegio. Si no quieres hablar de ello con nadie a solas, pídele a un amigo o hermano que te acompañe. Te ayudará llevar a alguien que te haya visto cuando te agreden.
Deja claro al adulto que la situación te afecta profundamente, sobre todo si eres víctima de agresiones verbales, ya que a veces los adultos no las consideran importantes y, sin embargo, son las que más daño pueden hacer.
Si sientes que no puedes decir nada a nadie, trata de escribir una carta explicando lo que te pasa. Dásela a un adulto en quien confíes y guarda una copia para ti.

Si estás siendo víctima de agresiones (físicas o verbales) por parte de alguno o algunos de tus compañeros, aquí tienes algunos consejos sobre lo que puedes hacer para acabar con esa situación:
Ignora al agresor, haz como si no lo oyeras. Ni siquiera le mires.
No llores, ni te enfades, ni muestres que te afecta. Eso es lo que el agresor pretende, así que no le des esa satisfacción. Más tarde podrás hablar o escribir sobre tus reacciones y lo que sentiste en ese momento.
Responde al agresor con tranquilidad y firmeza. Di por ejemplo: "No, eso es sólo lo que tú piensas".
Si puedes, intenta ironizar o tratar con humor lo que te diga. Por ejemplo, si te dice "¡qué camisa más fea!”, puedes responder "gracias, me alegro de que te hayas dado cuenta".
Aléjate o corre si es necesario, si crees que puede haber peligro. Aléjate de la situación. Vete a un sitio donde haya un adulto.
Si eres una víctima constante de los agresores, lo más importante que tienes que hacer es hablar con un adulto. Comienza con tus padres. Eso no es acusar, es pedir ayuda a las personas que te quieren cuando la necesitas. Intenta que tus padres hablen con alguien del colegio, pero no con los padres de los agresores.
Si sientes que no se lo puedes contar a tus padres o que ellos no pueden ayudarte, habla con otro adulto en quien confíes, como un profesor o el director del colegio. Si no quieres hablar de ello con nadie a solas, pídele a un amigo o hermano que te acompañe. Te ayudará llevar a alguien que te haya visto cuando te agreden.
Deja claro al adulto que la situación te afecta profundamente, sobre todo si eres víctima de agresiones verbales, ya que a veces los adultos no las consideran importantes y, sin embargo, son las que más daño pueden hacer.
Si sientes que no puedes decir nada a nadie, trata de escribir una carta explicando lo que te pasa. Dásela a un adulto en quien confíes y guarda una copia para ti.



Quejas somáticas constantes del alumno: dolores de cabeza, de estómago o de otro tipo cuya causa no está clara.
Accesos de rabia extraños.
Variaciones del rendimiento escolar, con pérdida de concentración y aumento del fracaso.
Quejas de los padres, que dicen Consejos para chicos/chicas testigos del Bullying

Si estás siendo testigo de las agresiones de algunos compañeros hacia otro, debes tener en cuenta los siguientes consejos:

Si alguno de los presente dice algo como "¡Basta ya!”, en la mitad de los casos, las acciones violentas cesan. Es difícil de hacer, pero estar ahí y no hacer nada es igual que aprobar la agresividad.
Si sientes que no puedes decir nada, vete del sitio y díselo al adulto más cercano. Haz que vaya a ayudar.
Si ves que alguien sufre una y otra vez agresiones, puedes hacer algo para terminar esa situación.
Si el colegio tiene algún tipo de programa para informar de agresiones, como un teléfono o un buzón, utilízalo. Puedes hacerlo de forma anónima.
Intenta conseguir que la víctima se lo cuente a sus padres o a los profesores. Ofrécete a ir con él o ella si crees que eso puede ayudarle.
Si el acosado no quiere hablar con nadie, ofrécete para hablar con alguien en su nombre.
Involucra a tanta gente como puedas, incluso a otros amigos y compañeros de clase.
No uses la violencia contra los agresores ni trates de vengarte por tu cuenta. Consejos para las víctimas del Bullying

Consejos para educadores de niños que sufren Bullying

Los profesores deben estar atentos a:

La relación de los alumnos/as en los pasillos y en el patio. Los peores momentos se sufren cuando los profesores no están presentes.
Las "pintadas" en las puertas de baños y paredes (qué nombres aparecen habitualmente).
La no participación habitual en salidas de grupo.
Las risas o abucheos repetidos en clase contra determinados alumnos o alumnas.
Las faltas constantes a clase, ya que pueden indicar que no quieren acudir a clase por miedo.
Estar atentos a los alumnos que sean diferentes, por su forma de ser o aspecto físico.
Se queja de forma insistente de ser insultado, agredido, burlado...
Si comenta que le roban sus cosas en el colegio o si cada día explica que pierde su material escolar.
Investigar los cambios inexplicables de estados de ánimo: tristeza, aislamiento personal del alumno o alumna, aparición de comportamientos no habituales, cambios en su actitud, poco comunicativo, lágrimas o depresión sin motivo aparente...
Escasas o nulas relaciones con los compañeros y compañeras.
Evidencias físicas de violencia y de difícil explicación: moretones, cortaduras o rasguños cuyo origen el niño no alcanza a explica; ropa rasgada o estropeada, objetos dañados o que no aparecen...


No quiere salir ni se relaciona con sus compañeros.
No acude a excursiones, visitas, etc. del colegio.
Quiere ir acompañado a la entrada y la salida.
Se niega o protesta a la hora de ir al colegio.

Tipos de Bullying

• Físico: Empujones, patadas, agresiones con objetos, etc.
• Verbal: Insultos y apodos, menosprecios en público, resaltar defectos físicos, etc. Es el más habitual.
• Psicológico: Minan la autoestima del individuo y fomentan su sensación de temor.
• Social: Pretende aislar al joven del resto del grupo y compañeros.
Consejos para padres

Los padres deben estar atentos a los siguientes aspectos, que pueden ser indicios de que su hijo está siendo víctima del acoso escolar:

Cambios en el comportamiento del niño. Cambios de humor.
Tristeza, llantos o irritabilidad.
Pesadillas, cambios en el sueño y/o apetito.
Dolores somáticos, dolores de cabeza, de estómago, vómitos...
Pierde o se deterioran de forma frecuente sus pertenencias escolares o personales, como gafas, mochilas, etc.
Aparece con golpes, hematomas o rasguños y dice que se ha caído.
No quiere salir ni se relaciona con sus compañeros.
No acude a excursiones, visitas, etc. del colegio.
Quiere ir acompañado a la entrada y la salida.
Se niega o protesta a la hora de ir al colegio.

Acoso escolar


El acoso escolar puede ser físico.
El acoso escolar (también conocido como hostigamiento escolar, matonaje escolar, matoneo escolar o por su término en inglés bullying) es cualquier forma de maltrato psicológico, verbal o físico producido entre escolares de forma reiterada a lo largo de un tiempo determinado. Estadísticamente, el tipo de violencia dominante es el emocional y se da mayoritariamente en el aula y patio de los centros escolares. Los protagonistas de los casos de acoso escolar suelen ser niños y niñas en proceso de entrada en la adolescencia, siendo ligeramente mayor el porcentaje de niñas en el perfil de víctimas.
El acoso escolar es una forma característica y extrema de violencia escolar.
El acoso escolar es una especie de tortura, metódica y sistemática, en la que el agresor sume a la víctima, a menudo con el silencio, la indiferencia o la complicidad de otros compañeros.1
Este tipo de violencia escolar se caracteriza, por tanto, por una reiteración encaminada a conseguir la intimidación de la víctima, implicando un abuso de poder en tanto que es ejercida por un agresor más fuerte (ya sea esta fortaleza real o percibida subjetivamente) que aquella. El sujeto maltratado queda, así, expuesto física y emocionalmente ante el sujeto maltratador, generándose como consecuencia una serie de secuelas psicológicas (aunque estas no formen parte del diagnóstico); es común que el acosado viva aterrorizado con la idea de asistir a la escuela y que se muestre muy nervioso, triste y solitario en su vida cotidiana. En algunos casos, la dureza de la situación puede acarrear pensamientos sobre el suicidio e incluso su materialización, consecuencias propias del hostigamiento hacia las personas sin limitación de edad.