Si estás siendo víctima de agresiones (físicas o verbales)
por parte de alguno o algunos de tus compañeros, aquí tienes algunos consejos
sobre lo que puedes hacer para acabar con esa situación:
Ignora al agresor, haz como si no lo oyeras. Ni siquiera le
mires.
No llores, ni te enfades, ni muestres que te afecta. Eso es
lo que el agresor pretende, así que no le des esa satisfacción. Más tarde
podrás hablar o escribir sobre tus reacciones y lo que sentiste en ese momento.
Responde al agresor con tranquilidad y firmeza. Di por
ejemplo: "No, eso es sólo lo que tú piensas".
Si puedes, intenta ironizar o tratar con humor lo que te
diga. Por ejemplo, si te dice "¡qué camisa más fea!”, puedes responder
"gracias, me alegro de que te hayas dado cuenta".
Aléjate o corre si es necesario, si crees que puede haber
peligro. Aléjate de la situación. Vete a un sitio donde haya un adulto.
Si eres una víctima constante de los agresores, lo más
importante que tienes que hacer es hablar con un adulto. Comienza con tus
padres. Eso no es acusar, es pedir ayuda a las personas que te quieren cuando
la necesitas. Intenta que tus padres hablen con alguien del colegio, pero no
con los padres de los agresores.
Si sientes que no se lo puedes contar a tus padres o que
ellos no pueden ayudarte, habla con otro adulto en quien confíes, como un
profesor o el director del colegio. Si no quieres hablar de ello con nadie a
solas, pídele a un amigo o hermano que te acompañe. Te ayudará llevar a alguien
que te haya visto cuando te agreden.
Deja claro al adulto que la situación te afecta
profundamente, sobre todo si eres víctima de agresiones verbales, ya que a
veces los adultos no las consideran importantes y, sin embargo, son las que más
daño pueden hacer.
Si sientes que no puedes decir nada a nadie, trata de
escribir una carta explicando lo que te pasa. Dásela a un adulto en quien
confíes y guarda una copia para ti.
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